jueves, 31 de marzo de 2011

Historia de muebles.



Un turista norteamericano fue a la ciudad de El Cairo, con el propósito de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros.
Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
—¿Dónde están sus muebles? —indagó el turista.
El sabio, casi sin inmutarse, rápidamente repuso:
—¿Y dónde están los suyos?
—¿Los míos? —objetó el turista, sorprendido por la pregunta—¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
—Yo también... —remató el sabio.

¿cuánto nos apegamos a las cosas antes que a las personas?
Dónde se encuentra el poder, ¿en las grandes cosas, en los lujos y en los artículos suntuarios? ¿dentro o fuera de uno? ¿sirve para algo acumular riquezas, si lo único que de verdad te puedes llevar son las vivencias?
¿Nos importa más el tener que el ser?

martes, 29 de marzo de 2011

Todo depende de nosotros.

Si cambia el corazón, cambia la acción;
si cambia la acción, cambia el medio ambiente,
si cambia el medio ambiente, cambia la personalidad
si cambia la personalidad, cambia la vida cotidiana.
Si hay rectitud, habrá belleza en el corazón;
Si hay belleza en el corazón, habrá armonia de hogar;
Si hay armonia de hogar, habrá orden en la nación,
Si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo;
Depende de mí"

Daisaku Ikeda

Comienzos.

Este es la primera entrada a mi primer blog. Así que, perdonadme si no lo hago bien, y por favor, indicadme los errores, para que se puedan subsanar.
Debido a algunas peticiones, he decidido formar este blog, con el propósito de ayudar a la gente y hacerles meditar sobre ellos mismos.
Espero que todo salga bien y muchas gracias de antemano.

Y para empezar: Una historia.

El puente fraterno

Había una vez dos hermanos, Tomás y Javier, que vivían uno al frente del otro en dos casas de una hermosa campiña. Por problemas pequeños,que se fueron haciendo grandes con el tiempo, los hermanos dejaron de hablarse y evitaban cruzarse en el camino.

Cierto día llegó a una de las casas un carpintero y le preguntó a uno de los hermanos si tendría trabajo para él. Tomás le contestó:
—¿Ve usted esa madera que está cerca de aquel riachuelo? Pues la he cortado recientemente. Mi hermano Javier vive al frente y, a causa de nuestra enemistad, desvió ese arroyo para separarnos definitivamente. Así que yo no
quiero ver más su casa. Le dejo el encargo de hacerme una cerca muy alta que me evite la vista del frente.

Tomás se fue al pueblo y no regresó sino hasta bien entrada la noche.
Cuál no sería su sorpresa cuando, en vez de una cerca, encontró que el hombre había hecho un hermoso puente que unía las dos partes de la campiña.
Sin poder hablar, de pronto se vio al frente de su hermano, que en ese momento estaba atravesando el puente con una sonrisa:
—Tomás, hermano mío, no puedo creer que hayas sido tú el que haya hecho el puente, habiendo sido yo el que te ofendió. Vengo a pedirte perdón.
Y los dos hermanos se abrazaron.
Cuando Tomás se dio cuenta de que el carpintero se alejaba, le dijo:
—Buen hombre, ¿cuánto te debo? ¿Por qué no te quedas?
—No, gracias —contestó el carpintero—.
¡Tengo muchos puentes que construir!




¿Cuántas veces podemos ayudar a perdonar
y servir de puentes?